Perigord - Figeac
Figeac es un hermoso pueblo que conserva un importante patrimonio artístico.
De su pasado como rica ciudad medieval conserva numerosas casas particulares, palacios burgueses y edificios que se distinguen por su arquitectura elegante, como el Hôtel de la Monnaie y el Hôtel de Balène. Además, en esta ciudad nació el egiptólogo Jean-Francois Champollion, descubridor de la clave para descifrar los jeroglíficos egipcios. Figeac lo ha homenajeado reconstruyendo una gigante piedra de Rosetta, en memoria de la original que le permitió descifrar los jeroglíficos, y un museo de egiptología, en su casa natal, donde se conservan todos sus trabajos.
Continuamos hacia Saint-Cirq Lapopie, pueblo medieval de gran encanto. Sus casas, perfectamente restauradas y apiñadas alrededor de la iglesia, han conservado las fachadas de piedra o con vigas de madera y datan, la mayor parte, del s. XIII al XVI. Recientemente, Saint-Cirq se ha convertido en el lugar predilecto de pintores y escritores y esto ha comportado que se abrieran numerosas galerías de arte y tiendas que no desdicen en nada la belleza de este pueblo.
Desde Saint-Cirq, llegamos a Cahors, ciudad que fue fundada en el siglo I a. de C. y de la cual se conservan los restos de las antiguas termas galo-romanas y los fundamentos del teatro. La ciudad medieval presenta algunos monumentos importantes, como la catedral de San Esteban y el puente Valentré. También vale la pena visitar la ciudad moderna de Cahors con el bulevar Gambetta y el paseo al lado del río Lot, por el cual se efectúan agradables cruceros.
Continuamos hacia Beynac-et-Cazenac, una localidad encantadora con sus casas perfectamente restauradas. El castillo de Beynac, en proceso de restauración, es muy antiguo, ya que se construyó entre los s. XI y XIII, y permite hacerse una idea de cómo era la vida en ese periodo. Una experiencia que no puedes perderte es un paseo en canoa por el río Dordoña. El paseo permite admirar, desde el exterior, los castillos de Castelnaud, Fayrac, Marqueyssac y, naturalmente, Roque-Gageac y Beynac. Para quienes no tengan ganas de remar a bordo de una canoa, existe la posibilidad de efectuar el mismo recorrido a bordo de gabarras, barcazas de suelo plano que se utilizaban en los siglos pasados para transportar mercancías por el río Dordoña.
El viaje continúa hacia Eyzies-de-Tayac.
El pueblo, muy agradable, se encuentra entre el acantilado y el río Vézère y es la base ideal para visitar la cueva de Font-de-Gaume, con más de doscientas pinturas rupestres prehistóricas, y la cueva de Combarelles, uno de los mayores santuarios de la época magdaleniense. Más de seiscientos grabados parietales ilustran la fauna del cuaternario. Aconsejamos hacer base en Eyzies, que posee un área de aparcamiento muy grande con servicio para autocaravanas.
Tomando de nuevo la D47 se llega a Sarlat-la-Canéda, ciudad de arte y de historia de belleza excepcional. La parte medieval de Sarlat posee la más alta concentración de monumentos clasificados de toda Europa. La ciudad se tiene que descubrir reviviendo su historia a través de los edificios, la linterna de los muertos, la catedral y las callejuelas pintorescas. No se debe olvidar que esta ciudad tiene un papel fundamental en la gastronomía francesa. Son innumerables las tiendas que ofrecen al visitante fuagrás, trufas, vino, aceite de nueces y otros productos de alto valor gastronómico.
Visitar Sarlat con la autocaravana es muy fácil gracias al área de estacionamiento con servicio para autocaravanas cerca del casco histórico.
No muy lejos de esta localidad se encuentra la cueva de Lascaux, llamada la capilla Sixtina de la prehistoria por sus pinturas parietales. Lamentablemente, el sitio no se puede visitar debido al riesgo de dañar las pinturas. Sin embargo, se ha realizado una copia llamada, Lascaux 2, donde se han reproducido fielmente las pinturas originales.
Continuando el viaje se llega a Rocamadour.
La localidad, situada en el camino de Santiago, sin duda alguna deja boquiabierto al visitante, ya que se encuentra ubicada en tres niveles sobre un acantilado. En el nivel más alto, está el castillo, desde el cual, mediante el camino de la Cruz o un ascensor inclinado, se llega al nivel inferior, donde se encuentra el santuario, formado por seis capillas, una basílica y el palacio del abad. En la iglesia de Rocamadour, la famosa Virgen Negra y algunas pinturas del s. XII invitan a la contemplación y al recogimiento. La ciudad medieval se encuentra en el nivel más bajo y se llega a ella mediante la escalera de los peregrinos o con otro ascensor. Con sus cuatro puertas y las casas perfectamente restauradas según su estilo original, es muy sugestiva.
Con esta última etapa concluimos nuestro viaje, seguros de haber atravesado, gracias a nuestra fiel autocaravana, uno de los territorios más fascinantes, fabulosos y románticos de Europa.