Estrasburgo
A solo 30 km hacia el norte se encuentra la ciudad de Estrasburgo.
Capital alsaciana y sede del Parlamento Europeo y del Consejo de Europa, Estrasburgo es una ciudad multilingüe y multiétnica. Según muchos, Estrasburgo también es la capital europea de la Navidad: durante el Adviento exhibe su variedad de culturas y tradiciones en los famosos mercadillos temáticos dedicados a varios países europeos, como los de la Place Gutenberg. Las artesanías locales, en cambio, se encuentran en la gran Place Broglie, donde la Fédération Régionale des Métiers d'Art d'Alsace expone objetos que conservan la esencia de las culturas antiguas.
Uno de los motivos de la gran afluencia de turistas a los Christkindelsmärik es que son los más antiguos de Francia: según la tradición, el primer Marché de Noël se realizó en 1570. Estos mercadillos reflejan no solo la evolución de un evento tradicional, que se ha extendido por toda Europa, sino también el origen del infaltable árbol de Navidad.
Durante el Medievo –según un antiguo documento conservado en la biblioteca di Sélestat, población situada entre Obernai y Colmar– se ponía en la iglesia un abeto decorado con manzanas blancas, en representación del Árbol del conocimiento del Edén. Con el tiempo, para reforzar la simbología eucarística, a los frutos se añadieron hostias. En los siglos siguientes, los pobladores adoptaron la tradición de poner abetos en sus casas y adornarlos con manzanas verdes y rojas. Hacia finales del siglo XVI se introdujo la decoración con flores de papel y en el XIX aparecieron las nueces doradas y los hilos de plata, mientras las hostias eran sustituidas por dulces de mazapán y panecillos de anís. Desde entonces, de las ramas de los abetos se fueron colgando estampas, guirnaldas, angelitos de cera y estrellas de papel, hasta que los maestros sopladores alsacianos añadieron gotas y bolas de cristal. Había nacido el árbol de Navidad.
La ciudad ofrece monumentos y palacios históricos dignos de ver. La doble identidad franco-alemana confiere a la ciudad un carácter fascinante y cosmopolita. En la arquitectura, en la organización social, en el arte y en la gastronomía convive lo mejor de ambas culturas. Un equilibrio perfecto entre la firmeza alemana y el refinamiento francés.
Entre los edificios más importantes recordamos la Catedral, una de las mayores expresiones del gótico en Europa, que Victor Hugo definió como «prodigio de grandeza y delicadeza». Desde los 142 metros de altura del chapitel se aprecian vistas extraordinarias de la Grande Ille y de toda Estrasburgo. El portal de la fachada se considera la mayor Biblia del Medievo por su extraordinaria fuerza narrativa y simbólica.
La plaza de la Catedral es el punto neurálgico del casco antiguo, y en ella se encuentran algunos de los edificios más importantes de la ciudad. Además de la Catedral, salta a la vista la Maison Kammerzell, la casa más hermosa de Estrasburgo, que un rico comerciante de quesos apellidado Bronn se hizo edificar sobre unas construcciones de piedra aún visibles. La parte superior, donde estaban la vivienda y el almacén de Bronn, es de madera y está decorada con figuras de animales, guerreros y seres grotescos.
Para las escapadas románticas, Estrasburgo tiene un arma secreta: la Petite France, la zona más intacta y de postal del casco viejo, el barrio que durante muchos siglos estuvo habitado por molineros, curtidores y pescadores. En la Petite France las casas están como en el siglo XVI, con los tejados inclinados, los pequeños balcones floridos y las ventanas a ras del agua. Los graneros y almacenes han sido reemplazados por talleres artesanos y tiendas de recuerdos, pero esto no empaña en absoluto la fascinación del lugar. Entre los sitios más fotografiados de la Petite France están los Ponts Couverts, que conservan el nombre de «puentes cubiertos» aunque perdieron la techumbre en el 1700. En las plazas y en las callejuelas que bordean los canales de la Petite France hay decenas de casas típicas de madera donde se pueden saborear dulces típicos y vinos del lugar.
Una meta infaltable en Estrasburgo son los museos del Palais Rohan. Antigua residencia de los príncipes obispos, este hermoso palacio situado en el centro de la ciudad, a pocos metros de la Catedral, alberga los museos de Bellas Artes, de Artes decorativas y Arqueológico. Todos merecen una visita.